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Sociedad

Ayudar en Cuba es una tarea titánica

Iniciativas solidarias salen adelante en medio de una crisis socioeconómica que demanda cada vez más de sus promotores y en un clima de hostilidad del régimen.

Madrid
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Un joven cubano reparte comida a personas necesitadas. DDC TV
Activistas clasifican medicamentos para entregar a personas necesitadas.
Activistas clasifican medicamentos para entregar a personas necesitadas. Lara Crofs/ Facebook

Puede ser la entrega de comidas elaboradas, de alimentos sin procesar y productos de primera necesidad que escasean. También, gestiones para vestir y abrigar a los pobres y titánicos esfuerzos para conseguir medicamentos, además de otros insumos para los enfermos sin tratamientos, o el simple gesto de extender una mano a un anciano abandonado o entregar un juguete a un niño que no tiene. Cada acto de este tipo se convierte en una proeza por parte grupos e individuos de la sociedad civil independiente en Cuba, que realizan su voluntariado en medio de grandes vicisitudes y temores a ser blanco de un régimen que suele arremeter contra todo aquello que escapa a su control o lo pone en evidencia.

"Ayudar a los necesitados se convierte en una cuestión muy loca cuando se vive en un país como Cuba", describe en entrevista con DIARIO DE CUBA la activista Yamilka Laffita, quien apoya varias iniciativas solidarias ligadas a grupos de ayuda como Dar es Dar, Solo el Amor, Aliento de Vida, entre otras.

Laffita organiza campañas de donaciones según necesidades puntuales, aunque sobre todo se dedica "a auxiliar con medicamentos donados, gracias a muchísimas manos amigas, gente que no puede dejar de pensar en Cuba".

"Identificar a las personas que voy a ayudar últimamente se ha vuelto más complicado, pues han existido casos de personas que han mentido con un tema tan delicado para obtener algún beneficio. Algunos con la idea de desacreditarme, pues sabemos perfectamente bien que aquí todo es político, y al yo ser una activista por los derechos de los cubanos en la Isla todo toma otro matiz", lamentó.

Ahora Laffita acude personalmente a cada entrega: "Es la única manera que tengo de certificar que esa persona realmente tiene 'equis' carencia y necesita de la ayuda".

"Una gran parte de las personas que ayudo vienen buscando medicamentos. La falta de medicamentos e insumos médicos es crítica actualmente en la Isla, lo mismo en la casa de una familia que en instituciones hospitalarias", recordó.

También dedica tiempo a "casos sociales, sobre todo madres solteras con más de un menor a su cargo, que no trabajan o se ven imposibilitadas de hacerlo y necesitan auxilio para cubrir necesidades básicas como ropa, zapatos, aseo y comida".

Laffita también ha colaborado con la activista Diasniurka Salcedo, quien el fin de semana pasado tuvo que exiliarse y dejó atrás numerosas acciones en favor de familias pobres en Cuba. "Con ella he asistido a madres con niños ingresados, que son de otras provincias fuera de La Habana, y se les hace casi imposible tener las necesidades básicas cubiertas durante la estadía en los hospitales".

"Ayudar en Cuba es una tarea titánica, no solo por la cantidad de personas que precisan en momentos como estos de asistencia social, sino porque yo también soy humana, y la gran mayoría de las veces me voy a la cama pensado en lo poco que hemos podido hacer y en que, por mucho que yo alivie cualquier carencia, esto no es más que eso, un alivio", comentó.

Este pasado lunes la activista hizo saber en sus redes que una familia muy pobre necesitada de lo más básico decidió declinar la ayuda que estaba recibiendo después de la visita amenazante de la Seguridad del Estado y la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Se trata de Katisleidy Utria Romero, de 30 años, madre de cinco niños, entre ellos el pequeño Anyelo, cuya situación conmovió a los activistas tras participar en una cena caritativa de fin de año ofrecida por el Bar K5 en Guanabo.

"Le dijeron que no debía recibir más ayuda de los 'contrarrevolucionarios' pues le retirarían la chequera que el Gobierno les otorga", denunció Laffita.

En medio de este clima hostil sale adelante el proyecto humanitario Aliento de Vida, en La Habana, que atiende puntualmente cada semana a 28 ancianos a los que ofrece alimentos (un almuerzo dos veces a la semana desde hace ocho años), aseo, medicamentos y ropa. También apoya a 12 niños con parálisis cerebral infantil con ayuda material similar, juguetes incluidos, que entrega a sus familias mensualmente.

El grupo que coordina el joven católico y trabajador social Yankiel Fernández no solo se hace cargo de estas personas vulnerables, también organizan cenas de Navidad y Fin de Año como hicieron en diciembre de 2023 para decenas de mendigos en La Habana.

En medio de preparativos de la cena de Navidad para "hermanos de la calle" (personas sin casa), los miembros de Aliento de Vida también sacaron tiempo y recursos para socorrer a varias familias que viven en malas condiciones, sin pensiones, y algunos pacientes de Oncología. Fernández compartió imágenes de los materiales entregados a estos necesitados en la página de Facebook de la iniciativa.

El grupo, de carácter privado, está integrado por más de 4.000 personas, aunque aproximadamente 200 son las que donan. Ahora mismo Fernández pide ayuda de todos los implicados para llevar a un barrio marginal un poco de alegría a los niños.

En Camagüey, el exprofesor de la Facultad de Comunicación Jorge Luis Tan Estrada ayuda a personas necesitadas, sobre todo ancianos. A inicios de enero dio abrigos a unos 50 desamparados que duermen en las calles de la ciudad.

Su denuncia de la situación socioeconómica crítica que padece la Isla, sus cuestionamientos al Gobierno, lo han convertido en blanco de la Seguridad del Estado. Ha sido detenido, interrogado y amenazado en reiteradas ocasiones, pero no ceja en su empeño de ayudar a los necesitados.

El 13 de enero, Tan acudió al Hospital Provincial para llevarle un paquete de pampers y otras cosas a una señora que se encontraba sola, ingresada con una fractura de cadera. Estuvo escoltado muy de cerca y en todo momento por un agente de la Seguridad del Estado. A la salida, ya lejos de la entrada del centro, el mayor Cristian, del cuerpo represor, uno de los principales acosadores del periodista, lo llamó para amenazarlo con el robo de su bicicleta y con vigilar si ingresaba a hospitales de la provincia. 

"Lo único que le dije fue: '¿cómo una ayuda podría representar una amenaza para ustedes?'. Dio la media vuelta y se marchó. Todo un show por llevar un paquete de pampers a una persona necesitada", denunció.

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